sábado, 4 de enero de 2014

Eterno asedio




Eres el rojo de las nubes que yacen heridas en tus manos, y no te cansas entre bostezos, sino que amasas velas y sacudes banderas, con los 3 vientos y los hijos del sol que han despertado clamando libertad y otras herejías.

La lucha revolucionaria se propaga en la exacta flecha que brota del arco indomable de un empolvado Cacique que tiempla los dientes. Resuenan los tambores de batalla y ondean las retomadas banderas. De un naufragio de siglos, con la llegada del hombre blanco, que trajo consigo no más que pestes. Nos encontramos lejos de un final, porque la lucha que expresamos hoy es y será perdurable, ancestral.  Nadie aquí a perdido nada. Bolívar con el clero, con la mayor expedición que jamás llegó a Suramérica: Dieciocho barcos de guerra y cuarenta buques mercantes transportando un ejercito compuesto de infantería, caballería y artillería; once mil hombres en total al mando de Pablo Morillo; con la perdida de 2 Repúblicas y algunos de sus Generales subordinados; con la expedición fallida de Ocumare y el ejercito patriota dividido, incluso frente a la fuerza de la naturaleza, nunca cedió ante el infortunio. Somos bañados por el sol que resurge desde el Sur, escasos vestigios de un final.

Nuevos horizontes, expectativas y victorias que se encarnan en el acervo  habitual de nuestras ideas, Chávez habla de un  nuevo modelo social, humanamente gratificante, del ejemplo tanto en lo individual como en lo colectivo. Bolívar escribe: paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo; para tener patria. Por la que pujamos los hombres conscientes de clase, que en sintonía con la Pachamama trabajamos constantemente por el bien del individuo social, por las masas, por el colectivo, sujetos a la transformación, siendo paladines de luz. Es el cambio de  espíritu, decía Martí, es la batalla moral, la batalla de los valores, la espiritual, la batalla de las ideas.


Para los que ceden ante las tabletas analgésicas de las élites, a los renegados que se arrepiente en lo más profundo del espíritu a ellos que desconocen la miseria en la que están sumidos, (vida ilusoria del hombre que solo mendiga comodidades,) que deambulan en mezquindades inmediatas y no los mueven las  ideas universales, para el alienado que consigue sentido de pertenecía en los centros comerciales, para las transnacionales y los imperios, es nuestro agitar de banderas rojas con las que pincelamos el cielo, tomándole por asalto. más allá de la utopía, nuestro deber es luchar, como lo dijo Fidel, con todo nuestro brío porque sabemos que solo una fuerza moral colectiva es capaz de salvar el mundo, la lucha revolucionaria es el eterno asedio.