Qué tristeza ver
un pueblo arrastrado por la muerte. Siria debe ser un dolor de toda la
humanidad. Es lamentable la destrucción, el dolor de un pueblo que solo desea
vivir su propia historia. Pero más triste aún es saber que esto no es más que
otra actuación de los gobernantes e instituciones entregadas a incrementar el
capital financiero de unos pocos y el hambre y el dolor de muchos. Se trata de
una diferencia creciente y las organizaciones globales que se prestan al juego.
¿Cuál ha de ser el papel de la ONU? Se supone que impedir la guerra, como
primera inalienable condición. Pero, ¿qué hace en realidad? Una vez mas ha
demostrado ser un gran parapeto del imperialismo norteamericano y sus aliados,
los viejos imperios europeos. La UNO es solo un testigo de excepción ante el
desastre, la aniquilación de los valores tangibles e intangibles de una nación
soberana. ¿Cómo se llegó a la situación actual? ¿Qué hizo la ONU para impedirlo?
Bla bla bla, diría Walter Martínez. Los pueblos, ven con impotencia cómo un
país que se hace llamar garante de la paz como lo es Estados Unidos, crean,
organizan y alimentan a los grupos que desestabilizan los gobiernos que no le
convienen a su política de dominación y saqueo; dedican fondos y más fondos de
sus propios contribuyentes para ir a la guerra contra un país que posee un
sistema de instituciones y solo porque no es “igual a ellos”; porque Siria ni
invade ni apoya invasiones. Produce asco la gente que no hace otra cosa sino
asesinar y tener la hipocresía de decir que es por causas humanitarias. La
pregunta de siempre es ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuando todo esto les será
permitido por los organismos internacionales? Cada vez que el gobierno terrorista
de Israel ataca con armamentos no convencional a la franja de Gaza, ninguno de
estos países que ahora se dicen preocupados por la humanidad, se quedan
calladitos y no hacen nada, absolutamente nada, para impedir el genocidio.
Cuando Israel viola los derechos básicos del pueblo palestino, el gobierno de
los Estados Unidos se convierte en ciego, sordo y mudo y con ello (y de otras
muchas maneras) apoya la infamia. Claro esto responde a sus oscuros intereses.
Pero Siria no es Israel, porque es un país no alineado a las políticas gringas;
porque sabe que el modo de vida del imperio es insostenible. Esto generan las
verdaderas causas del conflicto en Siria. Las excusas son solo eso; lo
verdaderamente importante para los dueños del mundo es que quieren ir a la guerra
para exterminar todos los vestigios de un modelo social distinto al de ellos y
USAn la escusa de ayuda humanitaria. ¿Qué moral la de esta gente? Demonios
modernos, enfermos de poder y sedientos de recursos energéticos, ese es todo el
tema. Lástima dan los que deciden apoyar este tipo de política. La ONU no da
mas que pena. Obama se limpió el trasero con el premio Nobel de la Paz. Han
puesto, una vez más a la humanidad al borde de una guerra mundial, con riesgos
insospechados. Lo han hecho con la complicidad o el silencio (que es lo mismo)
de los organismos internacionales, entre los que se salvan los pueblos del sur,
como el nuestro, ejemplo de paz. Por eso no apoyamos las excusas y mucho menos
el ataque a Siria, como lo hicimos cuando Libia, una nación hoy destruida y
olvidada su pretexto de “ayuda humanitaria y promoción de la democracia”. La
guerra contra Siria se planificó desde hace mucho tiempo, prueba de ello son
las declaraciones del aquel general de 4 estrellas que anunció el ataque a 7
países árabes, cuando recién comenzaba la guerra contra Irak. Y no hay que
olvidar el juego de los lobis, el industrial y económico proisraelí. La ONU no
es mas que un parapeto imperial porque no es posible que este organismos no
haya terminado sus investigaciones y Estados Unidos una vez más pase por encima
del sentido común de la humanidad, a la que destruye sin piedad.