Las
visitas de domingo suelen ser elogios para aquellas personas con las que no
vivimos; pero forman parte de nuestra familia, ya sea sanguínea o espiritual.
Por eso, siempre que puedo voy hasta Ciudad Tavacare para pasar horas de
memoria y placer junto a mi tía Carmen. Esos momentos han convertido en una
grata costumbre. Desde que tomo la buseta para llegar a su apartamento,
comienzan a revivir los recuerdos. Cuando llego a su casa, después de los besos
del alma, suelo sentarme en la sala y pensar en aquellos días que vivió, cuando
era niña, joven y aun siendo adulta; eran los tiempos duros de los que tanto me
han contado ella y mi madre.
En los
años setenta vivían en una barraca; allá en el estado Vargas, sitio del que
proviene mi familia. Esa ciudad portuaria es constantemente sacudida por las
lluvias, históricamente había sido así; llovía fuerte, por días continuos y
sobrevenían los derrumbes y deslizamientos de los cerros; luego muchas personas
quedaban en la calle, perdían su único bien material: su ranchito. De ese modo
ocurrió en aquella ocasión; las lluvias sacaron de su hogar a mi abuela y sus
hijas, mi mamá y mis tías. Como eran pobres hasta lo intolerable y vivían
durante un gobierno al que poco le importaba su miseria, como otras tantas familias,
fueron a parar a las famosas barracas; así había 60 personas más. Para colmo de
males, eran unos terrenos privados y en vista de que los damnificados rondaban
de un lado para otro, el gobierno construyó en ellos unos ranchitos de cartón
piedra, ese material que parece madera pero se deshace fácilmente. En esas
condiciones duraron tres años, allí nacieron tres de mis tías . No hubo más
solución para esa gente. Se metieron ahí, hasta que los dueños del terreno los
sacaron, claro está.
“Recuerdo que habían
varias partes donde llevaron a la gente, habían galpones en diferentes sitios”;
eso me ha contado mi tía como quien no quiere irse del recuerdo; quizá sea para
no correr el riesgo de quedarse atrapada de vuelta en aquel tiempo atroz. Esas
personas vivieron allí durante dieciocho años; hasta que sucedió el próximo
deslave, el peor, en 1999. Pero la diferencia entre este y los anteriores era
social y es que esta vez sí había un presidente dispuesto a sacar a la gente de
esa terrible situación; pues no se podía vivir, porque cada ser humano sentía
la muerte como un acto cotidiano. En el tejido social había, abandono, miseria
y desesperanza. Solo un hombre como Hugo Chávez se ocupó de sacarles de ahí.
Con la tragedia de 1999 en Vargas, fue que se dio solución a muchas otras
generadas y engordadas durante siglos; pero impulsadas desde 40 años atrás;
porque la paradoja es que en este país tan rico en recursos naturales, la
mayoría de la gente lo único que tenía garantizado era el desamparo. El
gobierno bolivariano, ya en el mismo año 99 adjudicó cientos de casas que se
construyeron en la IV con fines de lucro. En ese momento, en un acto de
generosidad, de sentido común, el gobierno las compró y entregó. Eran pequeñas,
la típica estructura de las casas de la IV; luego empezaron a construir casas
para los damnificados, muchas de esas son las del sector Las Palmas de Barinas
que estuvieron listas en tiempo record.
Luego
vino Misión Vivienda Venezuela, proyecto que como si se tratara de magia, ha
logrado que se empezaran las construcciones y se hicieran otras muchas casas.
La cifra de la Misión se eleva cada día más.
Mi tía
es un ejemplo de la magnitud de ese proyecto. Hoy está en su apartamento y
aunque se diga fácil y pueda caber en una cuartilla, es algo sin precedentes,
algo que escarba en la raíz de un sistema podrido que creó tanta miseria; cada
cerro y cada rancho es la consecuencia de 400 años de gobiernos antipopulares,
como lo dijo nuestro Comandante. Pero ya esto se ha vuelto normal. Y es que,
“cuando lo extraordinario se hace cotidiano, estamos en presencia de una
revolución”, como bien lo dijo el Che Guevara. Suena fácil decir que en el 2012
Barinas fue el primer estado en alcanzar la meta trazada. Desde su nacimiento
en 2011, hasta la fecha, han sido construidas 17.480 viviendas. Solo en el
primer trimestre fueron entregadas 1.102 viviendas y desde su nacimiento en
2011 a ellos se le debe sumar que en el estado hay 6 proyectos urbanísticos.
Por esto, es a nosotros, a cada venezolano a quienes nos corresponde hacer que
lo extraordinario siga siendo cotidiano; por ello es fundamental que se oiga
una misma voz desde todos los rincones de nuestra Venezuela; no se pueden
permitir voces disonantes, pues no es poco lo que está en juego. Solo si
empujamos todos hacia una misma dirección lograremos aún más de lo que hasta
ahora. Para la alcaldía de Barinas, el PSUV, con su líder Nicolás Maduro y con
Adán Chávez presenta un candidato, Edgardo Ramírez; él ayudará a fortalecer la
Revolución socialista. Hasta ahora ha sido el camarada Abundio Sánchez, quien
debe comprender y por ello respetar las decisiones y ponerse al servicio de la
revolución para lo que ella demande; pero por lo pronto, a nosotros nos
corresponde seguir adelante, con paso firme, sin ambigüedades ni titubeos,
despojados de apegos irracionales hacia personas que cumplen una función
temporal y que por el bien de la patria así debe ser. No es tiempo de caer en
vacilaciones. La perdida de nuestro eterno líder nos obliga a actuar con la
madurez necesaria para comprender que cualquier flaqueza nos hace vulnerables a
los planes de nuestro verdadero adversario. Este 8.D se trata de la patria y en
esa función debemos empujar hacia la misma dirección. Al votar todos por
Edgardo Ramírez seremos fuertes y haremos lo que hubiese hecho nuestro
Comandante, porque sus palabras mágicas fueron: unidad, unidad, unidad, y sé
que este pueblo no le fallará y otras miles de personas podrán visitar a sus
tías en apartamento como el 34.