“Nos han convertido, a esta asamblea, en un
órgano meramente deliberativo sin ningún tipo de poder para impactar de la más
mínima manera la realidad terrible que vive el mundo… Es por eso que Venezuela
vuelve a proponer aquí hoy… que refundemos las Naciones Unidas…”; son las
palabras de nuestro Comandante Hugo Chávez al pleno de la ONU, el 20 de
septiembre de 2006; dando una clase magistral sobre la hegemonía imperialista.
El próximo mes se cumplirán siete años de este
histórico discurso, que comenzó como un acto de promoción de la obra de uno de
los intelectuales antisistema más importantes de la actualidad, sería
interesante consultar las cifras de las ventas a las que se elevó “Hegemonía o
supervivencia” de Noam Chomsky en
los Estados Unidos; porque es la única razón que les importa al complejo
militar-industrial-comunicacional: su propia opinión pública.
Basta consultar cualquier concepto de opinión
pública para saber que es una construcción social conducida. Veamos: “la opinión pública es la tendencia o
preferencia, real o estimulada, de una sociedad o de un
individuo hacia hechos sociales que le reporten interés…”. No es un secreto
para nadie que la conducta de gran parte de la sociedad norteamericana es el
fruto podrido de una gran estructura de manipulación apoyada en los medios
masivos de comunicación. Basta con ver cualquier película del lobby
hollywoodense: banderas ondeando, guerras en nombre de la libertad, taxistas
árabes extremistas, afrodescendientes asesinos, el mexicano mafioso, la fiesta
de graduación, el dictador caribeño que gusta de un buen puro y por supuesto:
sexo, drogas y rock and roll. Estereotipos para todas y todos.
Estereotipos de la muerte para
la muerte.
Un imperio no es cualquier perro
que se persigue la cola. Es un monstruo que se persigue así mismo en un
laberinto lleno de trampas que olvidó cuando y porqué las puso. Basta con ver
la historia y comprobar que se sepultan a sí mismos en la propia basura de su
contracultura; no es casualidad que sean uno de los territorios con mayor gente
obesa del mundo gracias a sus transnacionales de comida rápida: go home,
dijeron los bolivianos, menos mal.
Un ejemplo que deberíamos
seguir.
Las amenazas imperiales de
invadir Siria nos remontan a la propuesta hecha por Chávez: hay que refundar
las Naciones Unidas. A partir de este próximo 20 de septiembre deberíamos conmemorar
el día del diablo. El diablo que todos tenemos en casa, encarnado en el
imperialismo y el fascismo injertado. Recordar que no sólo los que tienen voz y
voto son los pueblos que la conforman en la personalidad de sus representantes,
voceros y voceras, en el cuerpo de sus presidentes, primeros ministros y demás
personalidades, sino en la capacidad de movilización de una coherente opinión
pública, que apueste a lo humano, a la paz. Un activismo consciente de la cruda
realidad que vive el mundo: una realidad de guerra y muerte que es el contrario
al de la vida que apuestan los pueblos de Nuestra América y otras partes
del mundo.
Nunca olvidar la frase del
Compañero Fidel frente a un grupo de importantes intelectuales en febrero de
2012: ¡Nuestro deber es luchar!