Ayer, cuando
salía de un Mercal, cargado de alimentos comprados a precios solidarios, me
preguntaba cuánto hubiese necesitado para comprar lo mismo en esos mercados que
siguen narrando el cuento de “oferta y demanda” y se aprovechan de ciertas
circunstancias artificiales para ponerle las cosas difíciles a sus semejantes.
Así conversaba con un señor unos años mayor que yo; pero él fue más allá Me
dijo de los muchos seres valiosos que salen al quehacer diario, a sumarme a
esta hermosa aventura de vivir en una revolución y lo hacen en ese difícil
sendero al que le pesa el fardo del pasado y la acción de gente que no puede o
no quiere desprenderse del. Me recordó a Chávez, cuando decía que para llegar a
donde hemos llegado ha costado mucho, ha sido un camino largo y lleno de
escollos pero aquí estamos todavía, avanzando y con la frente muy en alto, con
nuestra bandera vigorosamente sostenida por manos que señalan el rumbo del sur,
del verdadero sueño Americano, ese que no muestran en televisión burguesa,
subeditada a los alienantes intereses hegemónicos. Pero a pesar de eso hay un
sueño por el que lucharon y luchan los hombres libres, los que se consagraron
en la batalla de los pueblos pisoteados por el aun viviente latifundio. Porque
hay una humanidad que no se rinden ni juegan a que si me das me callo; en la
historia venezolana ha habido y hay gente dispuesta a no ceder, ahí están las
páginas de la independencia, tanto en la guerra federal librada por los
patriotas que acompañaron al General en Jefe Ezequiel Zamora, como en las
gestas de Maisanta, el último hombre a caballo, como en las guerrillas rurales
y urbanas de los años 60, conformadas por el pueblo con el pueblo y para él
pueblo. Pero también es combatiente ese pueblo de hoy, sin distinción de sexo
ni edad, hay gente que está a la vanguardia y siguen en la lucha. No olvidan
que en estos días libran una lucha de ideas en la que hay que apelar a lo mas
noble y dejar a un lado el individualismo obtuso que tanto daño ha hecho a los
pueblos; hay que fortalecerse en el quehacer cotidiano, desde lo colectivo; a
cualquier lugar al que vaya un venezolano debe dar el ejemplo, debe mostrar su
fe en un mundo mejor; pero debe comenzar por sí mismo, con mucha mística y
disciplina, debe crear una especie de microcosmos como lo hacia nuestro
comandante supremo; pero sobre todo con amor mucho, con ese que salía de lo más
intrincado del espíritu de Chávez, ese Chávez que el imperio y sus lacayos de
la oligarquía nos quieren matar; porque no debemos pasar por alto que Chávez
vive y porque vive es un peligro para los que quieren un mundo de unos pocos
contra el derecho de todos. El llamado es para todos, la población venezolana
tiene el deber histórico de a fortalecer la unidad. En Barinas, en la patria
toda, la pelea es peleando, hermanas y hermanos. Es archisabido que la derecha
quiere robarnos el itinerario colectivo para hacerse escuchar y confundirnos. A
esta revolución no la para nadie; en el país solo hacía falta un gallo que
cantara y ese gallo rojo cantó y al hacerlo entró en el alma de Venezuela y la
resonancia de su eco fue escuchada entre el cerro y la montaña. Ese eco fue
reconocido en el imaginario colectivo y hoy resuena con mayor fuerza por todo
el mundo. Martí es heredero de Bolívar; Fidel lo es de Martí y Chávez lo es de
Bolívar y de todo ese pensamiento que se ha definido en la avanzada de los
pueblos por purificar su condición humana; Chávez es hijo pródigo de esos
ideales del Libertador. Pero para darle continuidad a esos valores es preciso
mantener la disciplina; porque la disciplina es un eslabón ineludible en el
ascenso a la victoria. Cada ciudadano debe preguntarse qué historia estamos
leyendo; porque no es cuestión de forma, es un asunto de principios; una
persona no se mide por su inventario de palabras ni por la calidad de sus
gestos, se mide por su consagración a lo humano, a la lucha, por el grado de
responsabilidad y honestidad que aplique en sus labores. Frente a las
adversidades, estamos destinados a fortalecernos cada vez con mayor fulgor;
porque el enemigo está ahí, "a pata e mingo" para decirlo en buen
llanero. Está en su trance, como un caimán sigiloso, a la espera del momento
para atacar a su presa; ellos esperan y seguirán haciéndolo por muchísimo
tiempo. Las horas coyunturales de la revolución llaman al compromiso patriótico
que tiene cada individuo hijo del sur; porque ya no somos un país, somos América
Latina y el resto del mundo que sigue nuestros pasos. Hoy tenemos patria, y
pase lo que pase en cualquier circunstancia seguiremos teniendo patria. Bebamos
a sorbos esta historia a la que tantos patriotas consagraron su vida y por la
que no está demás dar la nuestra.