Después de mi última
visita a facebook, me invadieron algunas preguntas ya viejas, como aquella de
porqué una joven tiene la necesidad de exhibir su cuerpo como una mercancía o
la de llenar su perfil con imágenes de bienes de consumo que solo conducen a la
alienación. Se trata de una verdad que algún gran poeta definió con certeza,
“quien lleva mucho afuera tiene poco adentro”. Pero si es cierto que hay
quienes llenan los perfiles de paja, pura paja, es también real que hay otros
seres, jóvenes como Juan José Guevara, que reflejan en sus páginas las
preocupaciones del hombre por las esencias de su tiempo, para con ello denotar
el decoro de la mayoría de los renuevos de la patria. Por eso la profesora de
la Escuela de Talentos Artísticos de Barinas, Ligia... le escribía (buscar)
Porque si hablamos de estos tiempos, debemos recordar el papel histórico que
los jóvenes de la patria grande tenemos; debemos recordar que la patria de
Bolívar, la patria de Martí, la de Fidel y Chávez y de tantos próceres que ha
parido nuestra América, es la de todos. Hoy, sin duda alguna, podemos decir que
somos una juventud privilegiada porque nacimos y nos educamos en revolución.
Pero eso no es todo; porque ahora es la horab de saber quiénes somos; es la
hora de ir en unidad; a la juventud nos toca realizar esos sueños que todavía
son “utopías” de el más hermoso de los Quijotes. Convertir esas “utopías” en
viviendas dignas, como ya lo ha hecho la revolución de Chávez y Maduro, en
escuelas nuevas y en otros tantos hechos, es la única forma de expresar el
amor. Recuerdo mis tiempo en Educación Media, cuando formé parte de la
Organización Bolivariana Estudiantil (OBE). Recuerdo en especial el año 2009,
cuando la derecha histórica arreciaba la guerra sucia y enfermiza contra las
ideas nuevas; se les ocurrió jugar a la confusión, como han hecho siempre. Lo
más triste fue que en lo referente a la enmienda, la derecha logro confundir a
más de uno; decían cosas como “si te mueres, tu hogar no le queda a tus hijos sino
que pasa a ser un bien del estado” y otras vainas tan infundadas que llegaban
al disparate. En ese mismo año tuve el honor de ver al Comandante Supremo; mis
camaradas y yo lloramos de emoción; sus palabras fueron tan emotivas que hoy
todavía resuenan en el alma. Al culminar el acto tuvimos el placer de conocer a
William Lara y a la Negra Antonia, personas muy humilde y de gran carácter
revolucionario. Estábamos allí, con aquella emoción y en eso llega una joven y
nos dice que la apoyemos; porque era necesario recoger las sillas que los
jóvenes servíamos para solo eso, cargar y mover sillas. No tengo que decirlo,
aquello nos cayó como un balde de agua fría. No se hicieron esperar las dudas
dentro de mí; se formaron nudos de preguntas. ¿Solo servimos para eso? ¿Solo
servimos para ser parte de un bulto? ¿Solo con eso ayudamos a contribuir a la
Revolución? Poco a poco fui desatando esos nudos pero nunca me convencí de que
eso fuera así y empecé hacer cosas que fueran más que ir a una marcha, mover y
cargar sillas; porque no me denigrara hacerlo; pero los jóvenes cargamos y lo
que sea porque primero cargamos el decoro de la patria, cargamos el morral del
Comandante y lo demostramos cuando escribiamos una página, como lo hace Juan
José Guevara o Dafne Gualdrón o Mariana Ruiz, en fin cualquiera de esos tantos
que somos Pasajeros del Sur y vamos por las venas abiertas de América Latina y
le decimos a la patria como dijera José Martí, si he servido, no me acuerdo, yo
que lo quiero es servir más, porque lo que la juventud unida quiere es
contribuir más, mucho más.