Mbuyi Kbunda / Fotogafía de LaSexta |
Conversa con el intelectual congoleño Mbuyi Kbunda
Durante
el desarrollo del 10 aniversario de la Red de Intelectuales, Artistas
y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, se realizaron
numerosas actividades que contaron con la presencia de más de un
centenar de escritores, escritoras, pensadores y pensadoras de todo
el mundo, en donde tuvimos la oportunidad de conversar con varios de
estos hombres y mujeres que dedican su vida al pensamiento y la
acción para transforma la sociedad, planteándoles la posibilidad de
realizar una entrevista que consta de once preguntas -las mismas para
todos-, enmarcadas en el trabajo intelectual para este nuevo tiempo,
esperando, por supuesto, sus propias, posturas, perspectivas y reflexiones.
Entre
nuestros entrevistados contamos con Mbuyi Kabunda, nacido en la
República Democrática del Congo, especialista en relaciones
internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, quien se ha
desempeñado como profesor en distintas universidades de Europa,
director de diversas publicaciones sobre África y América Latina,
además de un compromiso permanente con debates sobre etnicidad,
conflictos, cooperación Sur-Sur y sobre todo exponer al mundo la
realidad que ha sometido el sistema capitalista a los pueblos del
África, entre sus publicaciones: África y la cooperación
con el Sur desde el Sur, La Catarata, Marid, 2011; África
Subsahariana. Perspectivas sobre el subcontinente en un Mundo
Global, UPV, 2009; Mitos y realidades de África Subsahariana,
La Catarata, Madrid 2009; Etnias, Estado y poder en África,
Gobierno Vasco, 2005.
Una
de las intervenciones de nuestro invitado africano se realizó en el
teatro Teresa Carreño, a propósito de una serie de ponencias
denominada Crisis del capitalismo y los desafíos de la clase
obrera, espacio en el que el profesor Kabunda aprovechó para
informarnos sobre los procesos de independencia que desde hace medio
siglo transitan varios países africanos, además de la necesidad de
la ruptura con la lógica de occidente que ha hecho estragos con gran
parte de las naciones del África, en donde relucieron cifras
críticas, como el hecho de que el PIB subsahariano sea el mismo que
Bélgica, que apenas cuenta con diez millones de habitantes, o una
de sus insistentes afirmaciones: “el capitalismo occidental ha sido
más despiadado con África”, a continuación las reflexiones de
nuestro invitado.
¿Cuál
es
el
papel
del
intelectual
en
este
momento
histórico
que
vive
la
humanidad?
¿Cuál
es
el
intelectual
necesario,
es
decir,
qué
es
un
intelectual
y
para
qué
sirve
en
el
siglo
XXI?
Ser
intelectual
en este
momento que
vive la
humanidad
es formar
parte de
la masa
crítica
(o
generarla)
o ser
el oído,
la voz
y los
ojos del
pueblo o
de los
oprimidos y
excluidos
del modelo
vigente.
Debe ser
capaz de
elaborar y
proponer
alternativas
políticas
y
económicas
“locales”
y
“globales”
a la
mundialización
neoliberal,
alternativas
basadas en
la justicia
social y
la
democratización
de las
instituciones
internacionales.
El papel
del
intelectual
debe
consistir
en
denunciar
constantemente
el
desarrollo
desigual o
las
desigualdades
sociales
(la
concentración
de la
riqueza en
pocas manos
y la
profundización
de la
inequidad)
e insistir
en el
desarrollo
humano. No
puede
permanecer
indiferente
mientras
que la
mayoría de
la
humanidad
sigue
víctima de
la
desigualdad,
la
injusticia
y la
discriminación,
resultadas
de la
ofensiva
neoliberal.
Por lo
tanto,
debe ser
una voz
imprescindible
por los
tiempos que
corren
participando
en la
formación
e
información
de los
pueblos y
ofreciendo
argumentos
sólidos y
frescos
contra las
injusticias
y las
desigualdades
que debe
combatir de
manera
frontal.
En
el
contexto
de
la
Revolución
Bolivariana
¿Qué
aportes
ha
dado
Venezuela
para
repensar
el
nuevo
orden
social?
Venezuela
ha dado
un
importante
paso en
el momento
post Guerra
Fría, en
el que
se había
cantado “el
fin de
la
Historia”
o el
fracaso del
socialismo
(fukuyamismo),
no en
el sentido
de Hegel,
para
apostar
claramente
para el
“socialismo
del siglo
XXI”.
La
izquierda,
“derrotada”,
se ha
refugiado
en muchos
países en
la
“social-democracia
de
mercado”.
Hoy surgen
nuevos
impulsos
con los
partidos
Syriza
en Grecia
o Podemos
en España,
convertidos
en la
vanguardia
de la
izquierda
radical
europea y
propulsores
de un
nuevo
compromiso
social
cercano a
las tesis
del
socialismo
del siglo
XXI.
Además,
junto a
otros
gobiernos
latinoamericanos
progresistas,
Venezuela
impidió en
la cumbre
del Mar
del Plata
(2005) el
proyecto
del Área
de Libre
Comercio de
las
Américas
(ALCA),
instrumento
del
imperialismo
estadounidense,
junto a
las
estrategias
de dar
a los
países del
Sur la
posibilidad
de definir
y adoptar
sus propias
vías de
desarrollo
y el
fomento de
las
iniciativas
Sur-Sur,
ilustradas
por Tele
Sur, el
Banco del
Sur, etc;
es decir,
estrategias
destinadas
a reducir
la
dependencia
de las
estructuras
políticas
y
económicas
dominadas
por el
Norte, y
a dar
prioridad a
los
mercados
locales y
regionales,
y a
los
intereses
del pueblo,
además de
la apuesta
por un
mundo
multipolar
en contra
del
unilateralismo.
Es una
pena en
el Norte,
que el
fin de
la Guerra
Fría haya
conducido
al fin
de los
debates de
fondo entre
derecha e
izquierda,
entre
liberales y
socialistas,
entre
Estado y
mercado.
Luis
Britto
García,
intelectual
venezolano,
citado
por
Julio
Cortázar,
a
propósito
del
quehacer
del
intelectual
en
América
Latina,
llevaría
a
la
reflexión:
“servirse
de
los
medios
de
comunicación
de
masas
aún
en
los
países
en
los
cuáles
no
hay
perspectivas
revolucionarias
inmediatas.
Posiciones
muy
respetables
han
afirmado
el
derecho
del
creador
a
desligar
su
obra
de
toda
militancia
en
favor
del
contenido
estético.
Pensamos,
por
el
contrario,
que
la
urgencia
de
la
hora
impone
al
intelectual
una
triple
militancia:
la
de
la
participación
en
las
organizaciones
políticas
progresistas;
la
de
la
inclusión
del
compromiso
en
el
contexto
de
su
obra,
y
la
tercera
militancia
e
batallar
por
la
inserción
de
su
obra,
en
el
ámbito
real
de
los
medios
masivos
de
comunicación,
anticipándose
así
a
la
revolución
política,
que
concluirá
por
ponerlos
íntegramente
al
servicio
del
pueblo.
Porque
mientras
la
política
no
asegure
la
liberación
cultural
de
Nuestra
América,
la
cultura
deberá
abrir
el
camino
para
la
liberación
política”
¿Qué
piensas
de
este
planteamiento
trayéndolo
a
la
actualidad?
Como
queda
subrayado
en la
primera
pregunta, y
tal y
como
aparece
claramente
en esta
afirmación
de Luis
Britto, los
intelectuales
deben
apoderarse
de los
medios
masivos de
comunicación
para dar
a conocer
la voluntad
del pueblo
y de
los
excluidos,
y salir
de los
guetos para
asumir sus
responsabilidades
o
compromisos
de edificar
un mundo
mejor.
Diría más:
en un
mundo
caracterizado
por la
asimetría
y los
desequilibrios
mediáticos,
los
intelectuales
deben
ocupar
todos los
espacios
posibles de
protestas
que deben
expresar en
sus obras
desde los
tradicionales
medios de
comunicación
o las
luchas
sobre el
terreno
(dibujos
animados,
teatros
públicos o
callejeros,
foros,
cine,
debates
públicos,
reivindicaciones
ecologistas
y
sindicalistas…)
hasta las
nuevas
tecnologías
de
información
y
comunicación
–TIC-
(internet,
páginas
electrónicas
o web,
etc.),
transformando
sus
palabras en
acciones y
actuaciones.
Partiendo
de la
evidencia
según la
cual no
puede haber
la
consciencia
política
sin la
previa
consciencia
histórica,
los
intelectuales
progresistas
han de
recordar
constantemente
al pueblo
las
conquistas
históricas
que han
precedido y
servido a
los grandes
cambios
actuales, y
abogar por
las causas
olvidadas.
Deben estar
en el
centro de
la higiene
pública y
mental.
¿Cuál
es
el
papel
de
los
movimientos
sociales
en
la
coyuntura
actual?
Los
movimientos
sociales
ante la
inédita
ofensiva
neoliberal
actual
deben
convertirse
en abogados
de los
pueblos del
Sur y
en grupos
de presión
en el
Norte para
conseguir
la
democratización
política y
económica
del sistema
internacional,
basado en
las
injusticias
internacionales
institucionalizadas.
Los
movimientos
sociales
deben
participar
a la
producción
de
discursos y
campañas a
favor de
“otra
mundialización”
y de
doble
liberación:
liberación
de los
poderes
neocoloniales
y
neoliberales
nacionales,
y
liberación
de sus
países de
las
relaciones
internacionales
basadas en
las
desigualdades.
Es decir,
la
renovación
de los
modos de
organización
de acción
y actuación
colectiva.
Han de
ir a
contracorriente
de las
recetas
asesinas de
las
instituciones
gemelas de
Bretton
Woods,
ahora
trillizas
(BM, FMI
y OMC),
por ser
responsables
de la
violencia
estructural
y simbólica
en los
países del
Sur. Se
debe dar
prioridad a
la
dimensión
humana,
social y
ecológica
en el
desarrollo
(desarrollo
humano y
socialmente
centrado y
respetuoso
de los
recursos
naturales),
y no
a los
equilibrios
financieros
y
monetarios
(economicismo),
haciendo
prevalecer
las
consideraciones
éticas. O
lo que
es lo
mismo poner
el
desarrollo
económico
al servicio
del
desarrollo
social
(sociocentrismo),
y no
al revés.
¿Qué
llamado
le
harías
a
la
“intelectualidad”
que
no
está
de
acuerdo
con
el
encuentro
de
los
pensadores
anticapitalistas?
Está
totalmente
equivocada,
pues no
puede
permanecer
indiferente
(lo que
equivaldría
a la
complicidad)
ante un
modelo que
crea la
pobreza y
responsabiliza
a los
pobres de
su pobreza
o que
lucha
contra los
pobres en
lugar de
luchar
contra la
pobreza,
pues
confunde
los
síntomas o
los efectos
y las
causas del
subdesarrollo.
Ya va
siendo hora
de adoptar
una actitud
anti-colonialista,
anti-imperialista,
anti-capitalista,
anti-neocolonialista,
anti-neoliberal
y
socialista,
a favor
de las
luchas de
los pueblos
a escala
mundial o
de las
fuerzas
progresistas
mundiales
contra el
fukuyamismo
y el
fondomonetarismo.
No es
normal, por
ejemplo,
que siendo
África el
continente
más pobre
sea a
la vez
un neto
exportador
de
capitales,
consecuencia
de las
políticas
desastrosas
de ajuste
estructural
o de
las medidas
inhumanas
de las
décadas de
los 80
y 90
y las
posteriores
reformas
neoliberales
(injusticias
internacionales
institucionalizadas),
que antes
que
instrumentos
de
desarrollo
son
destinados
al rembolso
o pago
de los
intereses
de la
deuda
externa de
los países
africanos.
La
intelectualidad
debe
dedicarse a
la lucha
por “un
mundo más
justo y
más
solidario”,
ideales por
los que
lucharon (o
siguen
luchando)
en
Latinoamérica
Fidel
Castro,
Hugo
Chávez,
Evo Morales
y Nicolás
Maduro…,
y en
África
Patricio
Lumumba,
Kwame
Nkrumah,
Amical
Cabral,
Thomas
Sankara…,
y que
conocieron
todos un
destino
trágico a
manos del
imperialismo,
muy
agresivo en
el
continente
africano.
¿Se
puede ser un intelectual más allá de las academias, de los títulos
universitarios?
Un
intelectual
no es
el que
detiene
títulos
universitarios,
sino una
visión
crítica
permanente
ante todas
las formas
de
injusticias
y
exclusiones,
y de
propuestas
alternativas,
sin perder
de vista
que
trabajar
sobre los
aspectos
del
desarrollo
es
inseparable
de
compromisos
políticos.
Un
verdadero
intelectual
no debe
aliarse con
las
dictaduras
neoliberales
establecidas
o
autoritarismos
electorales,
sino ha
de luchar
contra las
injusticias
locales,
nacionales
e
internacionales
institucionalizadas.
El
verdadero
intelectual
es el
que tiene
raíces
populares
al servicio
de los
grupos
sociales
más
vulnerables,
luchando
contra los
poderes
locales
aliados con
el sistema
y las
multinacionales
a su
servicio.
Es decir,
una actitud
rebelde
permanente,
y de
denuncia,
contra las
fuerzas de
opresión
internas y
externas,
ultraderechistas,
y a
favor de
la
solidaridad
internacionalista.
Hay que
acabar con
el mito
del título
universitario
como fuente
del saber
y del
poder.
¿Cuál
es el papel de la juventud en la producción de conocimiento?
Los
jóvenes
deben
apoderarse
de los
conocimientos
ya
producidos
y producir
otros
nuevos.
Aprovechar
de su
creatividad
y
fecundidad
para
producir
nuevos
conocimientos.
Han de
alejarse de
las lógicas
cortoplacistas
del
capitalismo
y apoyar
en todo
momento la
supremacía
de lo
humano
(homocentrismo)
sobre lo
material en
la
producción
de
conocimientos,
o la
adopción
de una
actitud a
contracorriente
del vigente
modelo
neoliberal
poco
propenso a
la
verdadera
mundialización,
la de
los
derechos
humanos (y
basado en
las
relaciones
de fuerza
y la
ley del
beneficio),
insistiendo
en la
“igualdad
en la
diversidad”.
Es decir,
la apuesta
por una
globalización
solidaria
contra el
capitalismo
que ha
dado lugar
al
neoliberalismo
deshumanizante,
responsable
del
desempleo
estructural
que afecta
negativamente
a los
jóvenes
tanto en
el Sur
como en
el Norte.
La juventud
debe
apostar por
una
economía
plural
(social y
solidaria)
y no
exclusivamente
capitalista,
destinada a
la
reconstrucción
de Estados
sociales.
¿Qué
retos y desafíos tiene la intelectualidad ante la debacle
capitalista y la reacción imperial ante el viraje del timón mundial
hacia la visión multipolar?
La
intelectualidad
debe
proponer
alternativas
al modelo
capitalista
y
aprovechar
su
debilidad y
debacles
actuales
para
ayudarle a
desaparecer
completamente,
pues por
razones
arriba
mencionadas
este modelo
no tiene
futuro. La
intelectualidad
debe
apostar por
la
multipolaridad,
o la
democratización
de las
relaciones
económicas
y políticas
internacionales
en el
sentido de
la justicia
y de
la equidad,
y jamás
por
cualquier
forma de
unipolarismo
o
bipolaridad
o de
un mundo
jerarquizado.
Éste se
ve
claramente
a través
de los
pasaportes
y visados:
de primera
categoría
(Estados
Unidos y
UE que
imponen sus
prácticas
sociales,
ayer a
través de
la
colonización
y hoy
la economía
de mercado,
y cuyos
ciudadanos
pueden
viajar
libremente
en todo
el mundo),
de segunda
categoría
(países
emergentes
que se
convierten
cada vez
más en
el nuevo
centro del
mundo en
estos
albores del
siglo XXI,
con ciertas
limitaciones
en los
viajes de
sus
ciudadanos,
según los
casos) y
de tercera
categoría
(la mayoría
de los
países
africanos,
latinoamericanos
y
asiáticos,
o los
“condenados
de la
tierra”
para
parafrasear
a Frantz
Fanon, y
cuyos
ciudadanos
no pueden
viajar
libremente
por las
pegas de
toda
índole, y
constantemente
sospechados
de
terrorismo
o de
“emigración
ilegal”).
Es decir,
un mundo
sospechado
de todos
los
peligros:
demográficos,
migratorios,
terroristas,
medioambientales
y de
las
enfermedades.
Históricamente,
el marxismo ha definido
que existe un sujeto
histórico de transformación
social que es el
obrero, se puede ver,
que desde la ortodoxia
se asume que siempre
será así ¿crees que
ese sujeto se amplía,
recordando el planteamiento
del Comandante Chávez: que
el sujeto histórico de
transformación es el
Pueblo organizado, movilizado
y consciente?
Efectivamente,
del sujeto
histórico
de
transformación
social
marxista
que es
el obrero,
se debe
de dar
paso a
un nuevo
sujeto del
socialismo
del siglo
XXI, que
es el
pueblo,
pues como
se suele
decir: “el
pueblo
unido nunca
será
vencido”.
Insistiendo
y contando
con los
pueblos se
convierte
el Sur
no en
la
periferia,
sino en
el centro
del mundo:
la
acumulación
de los
capitales
por los
pueblos del
Sur, que
deben
definir
ellos
mismos los
objetivos
del
crecimiento
y la
concreción
de la
política
socioeconómica
para
conseguirlo.
La
realización
del
proyecto de
sociedad
basado en
la plena
justicia
social, la
reforma del
Estado y
la lucha
contra la
burocracia.
Es decir,
sin
discriminación
ni
explotación.
El
desarrollo
y la
democracia,
que se
nutren
mutuamente,
no son
productos
de
importación
o
exportación,
sino
resultados
de los
esfuerzos
globales de
la sociedad
y de
sus propios
cambios, y
que deben
responder a
las
especificidades
propias a
cada
sociedad
(diversidad
de culturas
y de
modelos de
sociedad).
Es preciso
liberar
estos
conceptos
del
etnocentrismo
o
eurocentrismo.
¿Cuál
es el papel de la mujer en la actualidad, en el marco de la lucha de
clases?
Las
mujeres son
las
principales
protagonistas
de la
lucha de
clase que
deben
liderar,
pues han
de luchar
contra el
patriarcalismo
que va
de la
mano con
el
capitalismo
y que
son las
dos caras
de una
misma
moneda, la
machocracia
y el
racismo. Es
preciso
proceder a
la
despatriarcalización
del Estado
y de
la
sociedad.
Debe
liderar el
feminismo
de lucha
contra el
neoliberalismo,
responsable
de
importantes
retrocesos
en los
aspectos de
desarrollo
humano en
las
conquistas
en los
países del
Sur. No
se trata
de caer
en el
hembrismo,
que distrae
del
verdadero
enemigo que
es el
sistema, y
no los
varones,
siguiendo
en ello
las
feministas
africanas
que luchan
a la
vez contra
la
discriminación
de raza,
de clase
y género
o la
lucha
total. Las
mujeres, y
las fuerzas
progresistas,
deben
apostar por
la igualdad
de género.
En pocas
palabras,
se debe
acordar una
atención
particular
a las
mujeres en
las
políticas
de
desarrollo
por
ocuparse de
las
actividades
de
producción
y
reproducción
de la
vida. Se
les debe
proporcionar
una gran
libertad e
independencia
favoreciendo
su
participación
en la
vida
pública.
Es la
única
manera de
favorecer
la
democratización
del
desarrollo
y de
la propia
vida
política,
pues
representan
más de
la mitad
de la
población
mundial.
Son los
países los
que han
favorecido
la
emancipación
de la
mujer, su
educación
o
escolarización
los que
han
conseguido
importantes
resultados
en la
transición
demográfica
y en
los
aspectos de
desarrollo
humano.
A
modo de conclusión y
consideración final, si
tuvieses la oportunidad de
hablar con cada persona
del mundo ¿Qué mensaje
le darías?
Es
hora de
dar la
última
estocada o
el golpe
de gracia
al
imperialismo,
aprovechando
su agonía,
para crear
un nuevo
mundo
basado en
la
globalización
de los
derechos
humanos y
de la
justicia,
en
sustitución
de la
actual
excluyente
deshumanizante,
excluyente
y desigual
con muchos
perdedores
y muy
poco
ganadores.
Hay que
soñar:
“otra
globalización”,
“otra
cooperación”…,
destinada a
concebir
otro modelo
de
democracia
(no sólo
participativa,
sino
también
reivindicativa,
basada en
una
ciudadanía
activa) y
otro modelo
de
desarrollo,
humanamente
centrado y
con rostro
social.
Sencillamente
adoptar el
modelo
bolivariano
de Evo
Morales del
socialismo
comunitario
y del
“vivir
bien y
vivir
mejor”,
que se
debe
instaurar
en África.
No existe
un modelo
universal
de
desarrollo
con la
subsiguiente
universalización
y
uniformización
de
comportamientos
(la
globalización
basada en
el
liberalismo
económico
y en
el modelo
liberal
democrático,
defendidos
por el
Consenso de
Washington
o la
política
macroeconómica
neoliberal),
sino en
la síntesis
de valores
propios y
los
adquiridos.
En pocas
palabras,
se trata
de apostar
claramente
por el
decrecimiento
y la
satisfacción
de las
necesidades
básicas o
esenciales
a partir
de la
movilización
de los
propios
recursos
del país.