Tremenda contribución bibliográfica |
1
En un puesto
de libreros reposa “La historia de la pistola”. En casi todos los diarios
titulares de asesinatos como prioridad informativa. Las cifras de asesinatos en los
noticieros son dichas con un acento, retórica y oratoria cercana al placer. No
serán los medios de comunicación quienes tienen la responsabilidad absoluta de
la violencia criminal en el país (en el mundo), pero un alto porcentaje de la
culpa reposa en su fetiche de mostrarnos necrofílicos y medievales.
2
¿Cuántas
muertes violentas se pueden presenciar en una sola película de acción del
complejo cinematográfico del gran capital? ¿Cuántas violaciones? ¿Cuántas
formas para denigrar lo humano? ¿Cuántas expresiones de rascismo, misoginia y
homofobia? ¿Cuántas torturas? ¿Cuántas violaciones a los derechos humanos?
¿Cuántos femicidios, parricidios, fratricidios? Es difícil precisar y fácil
sorprenderse: hay géneros para cada uno, es decir, productores que se encargan
de construir todo un sistema de "valores" y reproducción de la agresión.
3
La violencia
también es mercancía. Y hay muchos dispuestos a pagar por ella.
4
No basta con
un complejo militar industrial, no basta con imperios genocidas, también es
necesario el regodeo ante la capacidad de destrucción, el recordatorio
insistente en documentales y cuanto análisis de carácter internacional de la
capacidad bélica de las potencias.
5
La violencia
también es moneda. Hay muchos dispuestos a dejarse comprar.
6
También hay
violencia imperceptible, inoculada con el miedo que es otro tipo de violencia.
7
Las noticias
diarias son apenas un saldo, la punta del iceberg del problema. Sólo se habla
de la capacidad y formas de reprimir el efecto de una causa, no se habla de
quiénes han llevado a que esa realidad se haya construido.