Un
mañana de julio mientras estaba de camino a la sede principal del
SAIME de Barinas, en busca de un pasaporte provisional para un viaje
que está planificado al caimancito herido, la isla de Cuba -sueño
de revolucionarios-, mientras me trasladaba en el autobús, miré
desde lejos un pequeño quiosco al otro lado de la calle. Me encontré
con un hombre que vendía empanadas y llevaba consigo una gorra del
Che, entonces, como aguacero que se cierne sobre el mundo, pensé en
aquellos héroes anónimos de lo cotidiano que no
figuran en la historia universal, ni en las camisetas de los clubes
deportivos, ni en la televisión, los que despiertan junto al sol,
incapaces de canjear sus ideales, que renacen cada día para
librar una batalla nueva, afrontando las dificultades con el pecho
abierto
Si
hablamos de dificultades:
¿Cómo no afrontar la guerra económica declarada al pueblo, en donde no se refleja más que la confrontación de una clase parasitaria sobre otra que lucha por el bien de todas y todos?
¿Cómo no afrontar la guerra económica declarada al pueblo, en donde no se refleja más que la confrontación de una clase parasitaria sobre otra que lucha por el bien de todas y todos?
En
una sociedad como esta -en procesos de transición-, con la
presencia, por un lado de la burguesía parásita que se niega a
desaparecer y en la que su sistema hegemónico de dominación que es
el capitalismo se encuentra en una crisis estructural mundial,
negándose a desaparecer, y del otro lado la clase de los
trabajadores, campesinos, y demás sectores conscientes de su tarea y
papel histórico, que luchan por la instauración de un modelo
equitativo, donde se respeten las cualidades humanas, que niega la
propiedad privada sobre la colectiva, que garantiza una justa
distribución y la eliminación de la división de trabajo; Única
forma en la que seremos capaces de salvar nuestra humanidad, el
socialismo.
En
la lucha campal que se libra en las calles, los métodos de ataque
del enemigo, se han desarrollado, nos disparan todos los días, nos
bombardean todos los días, pero no con material bélico, sino con la
ideología dominante: desinformación, rumores que se inoculan de
forma inconsciente en el pueblo al que intentan nuevamente engañar,
manipular y desorganizar. Ante todo esto seguimos con interrogantes:
¿Qué tipo de lucha es la que se
libra en nuestra patria?.
La
lucha que hoy libramos es una lucha moral; el teólogo brasilero Frei
Betto nos dice en sus concejos para los militantes de izquierda:
SEA(N) RIGUROSO(S) EN LA ÉTICA DE LA
MILITANCIA. La izquierda actúa por principios. La derecha por
intereses. Un militante de izquierda puede perderlo todo,
la libertad, el empleo, la vida. Menos la moral. Al desmoralizarse,
desmoraliza la causa que defiende y representa. Le presta un
inestimable servicio a la derecha.
El
verdadero militante - como Jesús, Gandhi, Che Guevara - es un
servidor, dispuesto a dar la propia vida para que otros tengan vida.
No se siente humillado por no estar en el poder, u orgulloso al
estar. Él no se confunde con la función que ocupa.
Ante
la adversidad el militante de izquierda debe mantener
viva la indignación,
debe saber
identificar y contrarrestar el teatro de operaciones que está
siendo aplicado a nuestra nación,
en un ataque sistémico a los productos básicos del venezolano, a
la mujer como entidad transformadora y guardianas de nuestra
revolución,
reconocer
los saboteos y la tergiversación de los medios de desinformación,
debemos como militantes
del partido del hombre
estimular nuestra necedad con más pasión patria, con más
disciplina y organización, con más conciencia de clase, abiertos
siempre a escuchar al otro, con una visión crítica pero jamás
negociar nuestros principios,
en nuestra cotidianidad
estamos obligados a ser necios; a ser
necios y exigir
una existencia más justa que no esté
regida por la mercantilización ni el consumo excesivo sino por el
amor a la
humanidad,
por el crecimiento colectivo, por la creación de nuevos patrones de
conducta que hagan viable la construcción
de la
cultura
de
la sociedad socialista.
Unidad
y fuerza colectiva. Venceremos en
esta arremetida de chacales.